jueves, 24 de mayo de 2012

Las dos caras del filósofo


Motivado por cumplir con el curso de Problemas de Historia, me paro frente a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Una pregunta me golpea: ¿cuál piensa la gente que es la labor del filósofo en esta época que llamamos contemporánea? Existen clichés sobre su imagen, sin duda, pero un pensamiento permanece constante en mi mente: cualquier persona cuyo desempeño sea independiente del ámbito filosófico no conoce enteramente la labor del filósofo.

De forma casi instantánea, me encuentro arrastrado por el pensamiento -enamorado con el orden- que he aprendido en la carrera. Me resisto. Me torno consciente que para responder a esta pregunta no debo de hacerlo como filósofo. Pero pierdo la batalla ante la costumbre y distingo dos categorías: el filósofo práctico y el filósofo metafísico. El primero, como figura de autoridad, como hombre cuyo pensamiento moldea como arcilla virgen al mundo que lo rodea, y viceversa. El segundo, como hombre impráctico, excéntrico, que intenta comprender y explicar lo que en la historia del planeta Tierra el hombre no ha logrado comprender ni explicar sino contingentemente. El orden atenta en mi contra y me doy cuenta que muchas veces esta línea no es tan tajante o evidente como la dibujo. Encajonado y un poco mareado, recurro a la evidencia del blog que hemos construido, evidencia que se supone proyecta al filósofo desde la perspectiva del que no lo es: ahí lo encontramos en poemas, cuentos, pinturas, películas, sátiras, recetas de cocina, caricaturas, ropa, canciones, fotografías y hasta objetos propios de la cultura pop. Pero, ¿qué me dicen estos ítems de sus autores? Retorno al blog a revisar estos ítems, y me doy cuenta que todos tienen sentido, e incluso algunos demuestran conocimiento filosófico considerable. Acomodo mis pensamientos alborotados y concluyo que, sin duda, estos autores deben de saber algo -por lo menos un poco- de filosofía para poder crearlos.

Estamos intentando conocer la imagen del filósofo desde la perspectiva del no filósofo, me recuerdo a mí mismo. Y de nuevo me siento obligado a distinguir: parece ser que los no filósofos conocedores de esta disciplina (dentro de los cuales se encuentran los autores de nuestros ítems), proyectan al filósofo como aquél hombre en quien se albergan los cuestionamientos prácticos y metafísicos; es decir, parecen ser conscientes de la relación compleja entre filósofo, sociedad y abstracción: el filósofo como figura de autoridad que construye e imagina, como artesano intelectual del porvenir práctico y del pensamiento abstracto. Pero qué sucede con aquellos no filósofos cuyo único acercamiento con dicha disciplina es  meramente cultural/cotidiano, me pregunto. Y no logro encontrar una respuesta certera. Me torno consciente que de querer justificar esta respuesta en la evidencia, debería de preguntar en la calle, analizar comentarios, o bien recordar experiencias pasadas con este tipo de personas, que a mi parecer representan a la mayor parte de la población. Pero este escrito debe de basarse en el blog -recuerdo rápidamente-, y acabándoseme las páginas me rindo ante mi opinión: me parece que para estos individuos (los no filósofos cuyo único acercamiento con dicha disciplina es cultural/cotidiano) la imagen del filósofo es incierta, o por lo menos, presenta la paradoja entre lo práctico y lo impráctico, entre lo físico y lo metafísico, inclinándose la opinión popular por los segundos adjetivos.

Me parece que el no filósofo conocedor se distingue ciertamente del no filósofo cultural/cotidiano. Sin embargo, el primer tipo se acerca en cierta medida -aunque sea un poco- a los filósofos institucionales. De tal manera que, si queremos una respuesta honesta de la imagen del filósofo desde la perspectiva del no filósofo, me parece que debemos de considerar más pura la de los segundos.

1 comentario:

  1. Muy bien escrita tu entrada. Me gusta el tono, el ritmo, la forma de abordar el problema y por supuesto el modo en que discutes el problema de la imagen del filósofo. Hecho de menos que las alusiones al proyecto sean eso, meras alusiones y que no haya una referencia claro entre tu reflexión y el proyecto. También creo que utilizar algunas ligas hubiera sido muy buena idea.

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