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martes, 22 de mayo de 2012

El Filósofo y la Locura


Me parece interesante hacer un análisis sobre la imagen del filósofo y su relación con la locura. En efecto, parece ser que en ocasiones se tiene muy presente la condición mental del filósofo, representándole como un loco o como alguno de sus derivados. Tal vez el ejemplo más trillado sea el de Friedrich Nietzsche, pero al igual que él hay muchos otros filósofos que son representados como locos, histéricos, o incluso (y aunque suene contradictorio con la labor filosófica) absurdos. Podemos encontrar varios posts como ejemplos claros de esto: la bambina filosófica, una niña de semblante desquiciado que piensa como una adulta de 30 años; la protagonista de Iris, quien parece tener un desorden psicológico al no aceptar su edad; el contradictorio Wittgenstein de la revista Algarabía, un genio lógico que no recuerda a lo que ha ido a la estación de trenes; o el protagonista de “El Filósofo declara” quien es un histérico. Incluso en la comedia parece hacerse alusión a este caso: el nefastísimo Armando Hoyos raya en lo absurdo y es pintado como un personaje que no tiene muy claro ni de lo que está hablando; ya no mencionemos al huevo filósofo y su seria condición de drogadicto repitiendo una serie de sandeces no menos absurdas; San Agustín en Frikipedia es llamado “medio loco”; e incluso en la definición general del filósofo de esa misma página hay una sección que especifica su “Trastorno mental”. 

En este sentido, podríamos acotar dos tipos de locura con que se representa al filósofo: La locura psicológica, que vendría siendo una condición médica y más seria, como la de Nietzche, o la de Wittgenstein y sus crisis suicidas; y la locura absurda, que vendría siendo más una caracterización cómica que pretende ridiculizar al filósofo por manejar temas aparentemente incomprensibles para los otros, así como términos retóricos que a menudo resultan contradictorios y discursos metafísicos que parecen no ir a ningún lado. Todo esto termina dejando parado al filósofo en el plano de lo incomprensible, y por ello, por incomprensible, resulta también ridículo; como es el caso ya mencionado de Armando Hoyos o del huevo filósofo que no sólo retrata y ridiculiza, si no que exagera (cómico al fin) el uso de discursos “metafísicos”. El filósofo Gustavo Bueno hace una distinción similar entre locura subjetual y locura objetiva: “La locura subjetual afecta al individuo o al grupo de individuos, altera sus funciones cognitivas o conductuales, según una gama muy amplia y heterogénea que va desde la simple distracción o «enajenación transitoria» […] La locura objetiva (podría llamarse también locura cultural, en sentido objetivo) tiene lugar por relación al sistema que se tome como referencia y aparece como característica propia de un curso de construcciones o proyectos inasimilables por ese sistema. La locura objetiva puede no implicar la locura subjetual correspondiente.”

Basándonos en la distinción de Bueno, y tomándonos la libertad de hacer un paralelismo, la locura que yo he llamado psicológica tendría relación con la subjetual y la que he llamado absurda con la objetiva, lo que nos permite vislumbrar que la locura objetiva, más que ser una condición intrínseca del filósofo, tiene que ver con los sistemas conceptuales de los otros. Aquélla caracterización del filósofo no sólo como un loco, sino como una persona absurda, tiene que ver con el rompimiento y la incompatibilidad entre su sistema y el sistema de creencias de los otros y también, con la imposibilidad o el desinterés de comprender al filósofo. No es que el filósofo en realidad sea absurdo, ni que en verdad sea incomprensible, al contrario, el filósofo trata de darle coherencia y sentido a su sistema filosófico; es más bien una cuestión de incompatibilidad que parecería resolverse sólo mediante un diálogo libre de prejuicios que permitiera la comprensión del otro. Sólo mediante el no-rechazo y la asimilación de la labor filosófica podríamos lograr una apertura donde el filósofo deje de ser visto como un loco, como un inútil o muchos otros adjetivos peyorativos que sólo apuntan a una visión cerrada y unilateral del mundo por parte de los otros.

En cuanto a la locura subjetual, también parece haber un prejuicio que en ocasiones tiende a generalizarse; esto en parte por Nietzsche, por ser el ejemplo más reconocido no sólo de un filósofo, sino de un filósofo que enloqueció y que sin razón dejó parados a los demás filósofos, si no como locos, mínimo como histéricos, neuróticos o desquiciados; pueda pensarse que por el gran ejercicio intelectual (y muchas veces calificado como inútil) que realizan, siendo que “de hecho, es muy escaso el número de grandes filósofos que a la vez hayan padecido locura subjetiva, en comparación con el gran número de artistas (músicos y pintores principalmente) y aún de científicos (matemáticos o físicos, sobre todo) que sí la han padecido.”

En conclusión, me parece que la imagen del filósofo correspondiente a la locura es, en muchos casos, como se ha dicho, producto de un prejuicio y de una incomprensión hacia la labor filosófica, ambas, muchas veces injustificadas; otras tantas podrían coincidir según la particularidad del caso, pero como ya lo comentaba Bueno, casos de locura no sólo en filósofos, sino en muchos otros pertenecientes a ramas distintas.

*Todas las citas fueron tomadas de Bueno, Gustavo; “Filosofía y Locura” en El Catoblepas; número 15, Mayo 2003. p. 2. Se puede consultar en  http://www.nodulo.org/ec/2003/n015p02.htm

Por: Andrea Saavedra.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Ellis Eringer, "Nietzsche".






"Papa Duke" Eringer pintó esta caricatura del filósofo alemán para el Muro de la Locura del bar Bedlam.

Jonathan Dayton, Valerie Faris ( Directores), Little Miss Sunshine, con Steve Carell, Toni Collette y Greg Kinnear, EUA, 2006, [Película].

Link IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0449059/




La película narra la historia de una familia disfuncional que intenta llevar a la integrante más pequeña a un concurso de belleza en otro estado del país.

La familia; cuyos integrantes incluyen a un tío suicida, un abuelo drogadicto, un padre fracasado que imparte cursos de superación personal y un hijo obsesionado con Friedich Nietzsche que ha tomado un voto de silencio gracias a él, y que además, piensa que el mundo es un asco; tendrá que afrontar sus diferencias personales para lograr llegar a su destino.

Por: Andrea Saavedra

martes, 27 de marzo de 2012

 Mikhail Nesterov, "Los Filósofos", 1917.


En este óleo, el pintor Mikhail Nesterov retrata a los filósofos simbolistas Pavel Florensky y Sergei Bulgakov.

 Por: Andrea Saavedra de la Teja
Salvador Elizondo; La Historia Según Pao Cheng en “Narda o el verano”; FCE, México, 1966. Pps. 95-98.

Descripción
Pao Cheng es un filósofo oriental que, apartir de inferencias, tiene el poder de viajar através de la historia del mundo; y así, en un estado de meditación y gracias al poder de su imaginación, viaja desde hace más de 3500 años hasta la época del escritor, uniéndose ambos en una especie de espejismo del cual no pueden despertar porque ambos desaparecerían. Salvador Elizondo imagina al filósofo Pao Cheng imaginándolo, de modo que si Salvador olvidara a Pao Cheng, Salvador desaparecería también y viceversa.

Comprendió, en ese momento, que se había condenado a sí mismo, para toda la eternidad, a seguir escribiendo la historia de Pao Cheng, pues si su personaje era olvidado y moría, él que no era más que un pensamiento de Pao Cheng, también desaparecería.” 

Versión en línea de La Historia según Pao Cheng


Por: Andrea Saavedra de la Teja

martes, 14 de febrero de 2012

Ibargüengoitia, Jorge; La Vela Perpetua en "La Ley de Herodes"; Joaquín Mortiz, México, 1963. Pps. 30-39.

Descripción
El cuento, a modo biográfico, narra una aventura amorosa que el autor tiene con una amiga suya llamada Julia, dicha aventura se ve interrumpida cuando ella lo deja por un joven filósofo adinerado con el cual termina casándose. Jorge y Julia intentan reanudar su relación, pero el intento es vano gracias a los múltiples problemas maritales de Julia y a una creciente rivalidad intelectual entre ambos.

"—Mi marido no quiere presentarme a sus amigos me decía. —No sé por qué dejaste que me casara con élme dijo Julia una vez — . Le hubieras dado un puñetazo y se hubiera muerto del susto."


Se puede encontrar la edición electrónica en el siguiente link: 

http://es.scribd.com/doc/8833036/La-Ley-de-Herodes

Por: Andrea Saavedra de la Teja