En la última parte, dejamos la pregunta por Pao Cheng en el aire. ¿Es Pao Cheng un filósofo? Nuevamente tendremos que posponer la respuesta y enfrentarnos, antes, con el sinsentido al que lleva llamar
filósofo
a todo aquel que diga cosas "profundas": Osho.
En un principio, me proponía hacer un análisis del video de Osho (por cierto, marca registrada de CDs, DVDs en el campo de educación, filosofía y ciencia) y descomponerlo en partes y analizarlas. Pero, porque aprecio bastante mi cordura sólo me limitaré a señalar que entre contradicciones y suspiros, Osho nos revela que su forma de vida no sería filosofía sino philosia, puesto que no se trata de un amor por el pensamiento en tanto la Verdad (que por cierto él parece asumir que la posee) no se puede pensar, sino sólo ver. Añade que no le gustaría que se llame alguna vez a su forma de vida filosofía. Tal vez debió informar de esto a su equipo de mercadotecnia antes de que registraran su marca. Uno sólo puede desear que el hecho de que la gente lo llame filósofo y lo incluya dentro de la "metafísica" le cause por lo menos una indigestión leve.
El hecho es que hay algo en la conciencia popular que se resiste a adoptar esos términos nuevos y regresa a colocar a todos los "pensadores" en la categoría de filósofos, nos guste o no. Entonces, volvemos a la pregunta ¿es Pao Cheng un filósofo?.
Me parece que la respuesta es doble, por un lado está, como ya lo adelantábamos en las partes anteriores, la concepción que los filósofos y estudiantes de filosofía tienen de los filósofos y por otro la de los no-filósofos, misma que parece regirse más por aquel dicho en inglés: if it quacks like a duck...
En términos estrictamente académicos, la respuesta sería un rotundo no. Pero es obvio que al menos para el autor del cuento sí lo es, por lo que volvemos al mismo problema.
Sería necesario, entonces, responder a la pregunta ¿qué significa hacer filosofía?, o mejor aún, ¿qué significa para los no-filósofos hacer filosofía?. Tal vez incluso habría que preguntarse por la posibilidad de responder esta última pregunta.
En términos estrictamente académicos, la respuesta sería un rotundo no. Pero es obvio que al menos para el autor del cuento sí lo es, por lo que volvemos al mismo problema.
Sería necesario, entonces, responder a la pregunta ¿qué significa hacer filosofía?, o mejor aún, ¿qué significa para los no-filósofos hacer filosofía?. Tal vez incluso habría que preguntarse por la posibilidad de responder esta última pregunta.
Pero dejemos estas cuestiones para la siguiente y última parte .
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