domingo, 3 de junio de 2012

La marginalidad del filósofo (I)


Lo que se propone en este análisis, es tomar al filósofo como figura marginal: ubicado en la periferia de la sociedad, pero por ello mismo, siempre sujeto a vigilancia. Para llevar esta distinción a cabo, se realizarán tres reflexiones en torno a figuras icónicas dentro de la cultura popular y el imaginario social, a la vez que se rastrearán brevemente sus orígenes en el pensamiento filosófico, para desde allí, arrojar luz sobre el papel que interpreta el filósofo para el resto de la gente.

En la clásica cinta de horror de Universal, Bride of Frankenstein, aparece un doctor en Filosofía llamado Septimus Pretorius, quien ha decidido abandonar las aulas y adentrarse en el campo de la experimentación científica, para lo cual solicita la ayuda del Dr Frankenstein, el creador del monstruo surgido de entre una amalgama de partes de cadáveres. La caracterización de Pretorius consiste en ser un hombre de avanzada edad, bastante culto, de aspecto sombrío, decidido a obtener lo que desea y capaz de hacer lo que sea necesario para lograrlo, es decir, sin medir las consecuencias o los daños hacia terceros. Lo interesante de este personaje, es que aún siendo secundario dentro de la trama, su papel dentro de ella logra ser decisivo, pues es un catalizador para el caos que se da en el pueblo.

Esta caracterización del filósofo responde a la exacerbación exigida en una película de horror, donde éste resultaría ser el verdadero monstruo: caprichoso, maquiavélico, y con los medios intelectuales para llevar a cabo sus maquinaciones. Aquí me permitiría la mención de la filósofa que aparece en otro relato de horror, ahora literario, y de quién, curiosamente, se resaltan rasgos parecidos aún teniendo en cuenta la distancia histórica entre el filme y el libro mencionados[1]. En Descansa en pazvemos tomar postura a una catedrática en Filosofía, quien ante la repentina vuelta a la vida de los muertos y la interrogación sobre el futuro de estos seres, propone la experimentación científica con ellos, en busca de un beneficio superior, que sería la recabación de información científica que pudiera servir en un futuro para los seres humanos.

El remoto origen de las caracterizaciones que acabamos de señalar, parecerían referir a la idea de filósofo en la primera modernidad. Es bien sabido que este periodo histórico se encuentra marcado por el entusiasmo científico, el cual no habría nacido sin un cambio de actitud ante el mundo que le emparenta con la magia.

Según Luis Villoro, “ni la astrología ni la magia son conocimientos desinteresados. Su objetivo es saber para actuar. Giordano Bruno definía al mago como « el sabio que tiene la capacidad de actuar» (« Magus significat hominem sapitem cum virtute agendi»). En la magia se expresa, como luego en la ciencia, la potencia del hombre por crear un mundo suyo después de dominar el curso de la naturaleza”.[2]

La búsqueda del sabio moderno se orienta hacia un saber útil, con el cual logre intervenir en la naturaleza para dominarla y llevar a cabo los fines propuestos, pues “la magia natural primero, la ciencia matemática después, ponen en obra una forma de racionalidad; la que está al servicio de una voluntad de transformación y dominio.”[3]

Varios siglos más tarde, Goya declararía que«el sueño de la razón produce monstruos »lo cual parece señalar un temor profundamente implantado en el imaginario colectivo, el cual respondería a la manipulación irresponsable de la naturaleza y cualquier ser vivo por parte del hombre.

El filósofo aquí, en su búsqueda por el conocimiento, le colocaría en el corazón del miedo de la sociedad, donde él mismo sería el monstruo que habita nuestras pesadillas. Su monstruosidad residiría en la utilización del saber, en perjuicio de la comunidad entera, donde encontraríamos la relación saber-poder más clara que nunca y por ello mismo se le detectaría como un agente peligroso que habría que controlarse.

La figura del filósofo-científico, resultaría especialmente propicia para ser representada en los relatos de horror, ya sean literarios, cinematográficos, o de cualquier otro tipo, pues como podemos observar, el temor que infunde la utilización del conocimiento científico en la manipulación de la vida y la muerte, se encuentra inscrito dentro del imaginario colectivo de diversos tipos de sociedades, ni qué decir de la nuestra.

Esta caracterización es quizá de las menos favorables para los filósofos, pues muestran una personalidad fría y calculadora, que hace uso de la retórica para la obtención de fines que creeríamos, violan la dignidad humana.  Pero para dar una idea más completa sobre la marginalidad del filósofo, tomemos un polo opuesto como ejemplo.




[1] Bride of Frankenstein sería lanzada en Estados Unidos en el año de 1935, mientras que el libro Descansa en paz, vería la luz en 2005.
[2] Villoro, Luis, El pensamiento moderno, FCE, México, 2001, p. 104.
[3] Ibid., p. 105.

1 comentario:

  1. Cristina, muy buena reflexión en esta primera entrada. Bien documentada, bien planteada, bien tratada. Felicidades. Además, bien formulado el tema y la forma de acercase al mismo.

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