Películas,
imágenes, pinturas, novelas, caricaturas, cereales, plumas, comics, tazas,
playeras, etc., etc., casi en todos los objetos que nos rodean hoy en día
podemos encontrar la imagen de un filósofo, o al menos la alusión a uno. Sin
embargo, debemos a veces preguntarnos si todas estas alusiones son siempre
halagadoras. Desafortunadamente, no. Ya desde la Antigua Grecia la imagen del
filósofo se prestaba para ser una imagen de la cual hacer mofa y reírse un
rato. Aristófanes, en su comedia Las
Nubes lo hace de una manera que, debo admitir, es bastante ingeniosa.
Estrepsíades es un individuo que ha adquirido varias deudas a lo largo de su vida
y quiere deshacerse de ellas; para esto sabe que es necesario acudir a la casa
del gran pensador Sócrates para que éste le enseñe la manera de defender las
causas injustas y resultar vencedor. Cuando Sócrates comienza sus enseñanzas le
pregunta a nuestro deudor si sabe cómo llamar a los animales por sus masculinos
y femeninos, Estrepsíades muy seguro de lo que sabe contesta que sí y comienza
a nombrar diferentes clases de animales en femenino y masculino. Al llegar a
cómo se les llama a las aves en femenino y masculino lo hace de la misa manera,
es decir, “ave” y “ave”; Sócrates muy molesto lo reprende diciendo que eso no es
posible y que, si quiere aprender más sobre sus enseñanzas, será necesario que
les llame “ave” y “avo”. He aquí un claro ejemplo de como ya desde tiempos
remotos se veía al filósofo como un individuo que gustaba de divagar en
cualquier asunto. También Aristófanes en su comedia contribuye al cliché que ha
perseguido a los filósofos desde siempre, es decir, como el tipo desempleado
que se las ve duras para comer día a día.
Varios
ítems recolectados en la página
diseñada para descubrir cómo se ve al filósofo tampoco se escapan de la imagen risible que de éste muchas veces se ha
creado. Ejemplo al canto: en un episodio de Padre de Familia (subido por
Ismael) en el que Peter (el padre) está hablándole a Chris (el hijo) sobre sus
antepasados, se encuentran con un pariente que al parecer fue un “Gran
filósofo” que evidentemente vive en estado de pobreza y que responde con un
gran “WHYYY?” cuando le dice su mujer que debe ir a buscar trabajo. Una vez
más, el tipo que “profundiza” sobre cualquier cosa absurda, que se rehúsa a
conseguir empleo y que vive en estado de pobreza. Siguiendo con la línea
caricaturesca, en un episodio de Garfield (subido por Arely Guerrero) llamado “El felino filósofo” aparece un gato
que pretende ser un “filósofo motivador” que intenta darle consejos a nuestro
protagonista. Vaya, ¿es así como se concibe a la actividad filosófica? ¿Como
personas que se dedican a dar consejos de vida? Espero que no. Una vez más este
felino filósofo vive en la contemplación permanente y –literalmente- en la
basura.
Un
lugar más en el que se satiriza la imagen del filósofo es en uno de los
múltiples personajes cómicos que ha hecho Eugenio Derbez a lo largo de su vida,
a saber, el de Armando Hoyos. En uno de sus sketches para el mundial de 1994
(Subido por Paulina Ramírez) Armando Hoyos comienza a hacer unas preguntas en
extremo divagantes y sin sentido, y luego reproduce algunas frases dichas por
algunos aficionados que él denominará filosóficas
ya que fueron pronunciadas por gente con “pensamientos muy avanzados”.
Obviamente estas frases serán dignas de burla por no decir nada en concreto
como “Perder es perder”. Otro ejemplo de sátira al filósofo que divaga y nada
dice en concreto se encuentra en un clip de “El huevo filósofo” (subido por
Priscilla Bulnes) en el que un huevocartoon (que dice ser filósofo) se encarga
de “responder” a diversas preguntas que se le hacen mediante llamadas telefónicas.
Obviamente las preguntas que se le hacen no las responde en realidad y lo único
a lo que se limita es a dar respuestas que rodeen la pregunta y que parezcan lo
suficientemente sofisticadas. Además que casi todo lo considera muy elevado y
parece estar drogado. Al final, un oyente le pregunta cómo puede conseguir
trabajo y nuestro queridísimo huevo filósofo se ofende.
Divagan,
se hacen preguntas sin sentido alguno, les gusta fumar marihuana, son
desempleados y huevones ,y la mayoría de las veces, se creen los más profundos e
intelectuales del mundo. Éstas son algunas de las armas en contra de los
filósofos cuando de satirizarlos se trata. ¿Es acaso que se lo merecen? ¿Hay
motivos para que esa sea una de las caras que caracterizan al filósofo? ¿Han
contribuido a alimentar ese cliché? ¿O son puras habladurías de gente que no sabe? Los invito a reflexionar, compañeros.
Elaboró: Ursula Rosas Esquivel.
Tu entrada se dirige a mostrarnos que hay una cierta tradición en mirar al filósofo como alguien que divaga. Sin embargo, no marcas si en esa tradición hay diferencias, o si en la actualidad eso ha tomado otros rasgos. Pones unos ejemplos (sin utilizar hipervínculos) solo para mostrarnos que el ataque de Aristófanes a Sócrates se mantiene. A mi juicio se puede profundizar en a reflexión que haces.
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